La toalla se encontraba sobre la mesa, y yo iba despacito sin pretensiones
de hacer ruido. La abuela estaba bajo las sábanas que le regaló la tía Claudia.
Yo la observaba con temor, era extraño que duerma de esa forma cubriendo su
cuerpo desde lo pies a la cabeza con aquellas sábanas blancas. Me acerqué a la
cama lentamente, por un momento dudé de hacerlo, pero tenía miedo que se
asfixie; la destapé y vi su rostro
morado, frío, y su mirada dirigida hacía el techo; colapsé y no recuerdo más…
Escrito por: Patricia Santos
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